“Lucas Barrios es un escándalo”, decía. “Y el polaco ese, Lewandowski, por muy bueno que sea no va a conseguir arrebatarle el puesto”, decía. Era la temporada 2010-2011 y Barrios había conseguido 19 goles un año antes con el Dortmund, de modo que era difícil convencer a mi compañero de piso de que Lewandowski tenía una pinta estupenda y de que merecía minutos. Por suerte, Jürgen Klopp sí confiaba en él, y a pesar de los 16 goles de Barrios esa temporada, el joven polaco disputó 15 partidos como titular y marcó ocho tantos.
Llegaba así la temporada 2011-2012 y yo era ya un enamorado de Lewandowski. Mi compañero de piso, en cambio, me acusaba de “querer descubrirlo” y de “exagerar”. Según él, Lucas Barrios seguiría siendo el delantero centro titular del Borussia Dortmund y, si Lewandowski tenía minutos, sería jugando por detrás del punta, tirado a banda o en caso de que Barrios se lesionase.
Y Lucas Barrios se lesionó. Nunca sabremos qué habría pasado en caso de que las dolencias físicas lo hubiesen dejado en paz, pero el argentino nacionalizado paraguayo dejó vía libre de manera indirecta para que Robert Lewandowski se hiciese con el puesto de titular y demostrase que Lucas Barrios era ya historia. Marcó 22 goles, superando así las cifras goleadoras de Barrios en la Bundesliga.
Lucas Barrios era inteligente y pronto se apercibió de lo que no quería darse cuenta mi compañero de piso. Sobraba. Aunque recuperase el estado de forma anterior a su lesión, Lewandowski poseía unas cualidades que estaban fuera de su alcance, de modo que se rindió y decidió abandonar la élite y embolsarse decenas de millones de euros en la liga china, en la que todavía sigue marcando goles. Aún tiene 28 años y quién sabe, puede que todavía le quede cuerda para volver a Europa y demostrar que aunque Lewandowski es de otro planeta, no se ha olvidado de marcar goles.