miércoles, 23 de marzo de 2011

Odiar y amar

A las aficiones de Real Madrid y Barcelona les espera un mes de abril apasionante. Liga, Copa y posiblemente Champions League son los torneos que se van a disputar ambos equipos en un margen de apenas treinta días. A mediados de mayo uno de los dos se encontrará en las cloacas del fútbol, mientras que el otro tocará la gloria a costa del máximo rival. O puede que haya empate técnico y que se terminen jugando el honor a cara o cruz en los últimos partidos de la competición doméstica. Pero para eso el Real Madrid debe al menos ganar al Barcelona en el partido de Liga, para más tarde eliminarlo en Copa o Champions. En cualquier caso, unos y otros se la juegan.



Sin duda, durante este tiempo saldrán a la luz todos los odios que el 5-0 del Camp Nou hizo brotar. Los merengues afrontan la tanda de partidos contra los culés con ganas de revancha. Son conscientes de que si ganan ese partido acorralarían a los de Guardiola en Liga e irían con la moral por las nubes a por la Copa. Perder no forma parte del abanico de posibilidades, y si hay alguien capaz de vencer a este Barcelona es Mourinho. Los aficionados madridistas saben que al portugués se le puede permitir casi todo, porque cuando llegue la hora de dar la cara es capaz de hacer magia para llevar a los blancos al éxtasis. La manita debe ser borrada y hay errores que no se pueden volver a repetir.

Por su parte, el Barcelona afronta con menos tensión este transcendental mes de abril. Los culés saben que tienen margen de error y sus piernas, si han de temblar, lo harán mucho menos que las del rival, puesto que su nivel de confianza apenas se verá afectado si pierden el 16 de abril en el Bernabéu. Continuarán líderes en Liga y llegarán con convicción a la final de Copa. Aun así, la precaución es la nota dominante en Guardiola, un tipo que dijo que el Shakhtar lideraría la Champions si se disputase en formato liguilla. También afirmó que el Copenhague quedaría entre los cuatro primeros en la Liga española, por lo que sus jugadores estarán precavidos ante el peligro que representa el Real Madrid, un club que si algo ha demostrado en los últimos años es que nunca se rinde.




Pero los Real Madrid-Barcelona traspasan los límites meramente deportivos. Las aficiones de ambos equipos se odian más allá de los terrenos de juego. Si unos se acuestan felices, los otros no pueden hacerlo. Si el Barcelona va mal, pero el Real Madrid va peor, es bueno para la afición culé. Y viceversa. Uno es grande cuando el otro no lo es, y este Barcelona no sería el mejor de todos los tiempos si no estuviese derrotando a uno de los mejores Real Madrid que recuerdo. Al mismo tiempo, si los blancos consiguiesen vencer a este Barcelona, la machada sería histórica.

Se odian. Las declaraciones de Mourinho, el sibilino apoyo de Florentino Pérez al portugués, las patadas de Pepe, las niñatadas de Marcelo, las piscinitas de Di María y sobre todo, Cristiano Ronaldo. Son los elementos que odian en Barcelona, y que contrastan con las inagotables ganas de pelea de Dani Alves, las tonterías de Piqué, las protestas de Xavi o la insufrible falsa humildad de Guardiola. Pregunten en Madrid por esas cosas. Todo ello, azuzado con un poco de acusaciones por dopaje, excusas de Mourinho y bravuconadas de los asalariados culés Stoichkov y Cruyff dan lugar a una mezcla explosiva.





Pero Barcelona y Real Madrid también se aman. O más bien se necesitan. El uno precisa del otro para ser más grande, para buscar la manera de crecer continuamente, para no caer en el conformismo, para no relajarse. Si desapareciera uno de los dos, el otro ya no sería lo que es. Al fin y al cabo Real Madrid y Barcelona se comportan como un todo, son un conjunto de elementos en una balanza, distribuidos de forma diferente según las etapas que les tocan pasar. Su relación es idéntica a la de dos amantes que no se soportan pero que siguen juntos porque saben que no serían nada separados. Y a pesar de sus palpables diferencias, en el fondo son iguales. Buscan lo mismo, y eso se ve, por ejemplo, en el reparto de los derechos televisivos. Siguen caminos diferentes pero van al mismo sitio. En definitiva, reflejan a la perfección aquella magnifica canción de Sabina llamada Y sin embargo, que decía lo siguiente: Cuando duermo sin ti contigo sueño / y con todas si duermes a mi lado / y si te vas me voy por los tejados / como un gato sin dueño

jueves, 17 de marzo de 2011

Las cosas que hacen grande a Benzema

Llegó al Real Madrid la temporada pasada a cambio de 35 millones de euros. Disputó 27 partidos en Liga y marcó únicamente 8 goles. No consiguió hacerse con la titularidad. No marcaba las diferencias. Dejó de ser titular con Francia. Se vio envuelto en un proceso judicial por un caso de proxenetismo de menores. Fracasó estrepitosamente con su selección en el Mundial de Sudáfrica. Con Mourinho, al igual que con Pellegrini, no conseguía ser titular. No aprovechó los minutos que le ofrecían y en enero Carvalho llevaba más goles que él. Mourinho le pedía más e incluso parecía que le ridiculizaba en las ruedas de prensa. Llegó Adebayor. Benzema estaba acabado.





Todo este proceso fue el que provocó que el madrididismo pidiese la cabeza de Benzema. Se oían todo tipo de comentarios en su contra y nadie por aquel entonces habría apostado por la reconversión de este futbolista. Le faltaba ritmo, velocidad, astucia. Le faltaba sangre, echarle bemoles. El Santiago Bernabéu, acostumbrado a la lucha y a la brega de Raúl, no soportaba contemplar la aparente pasividad del francés. Pero todo esto hizo que mucha gente cayera en el error de decir que Benzema “era malo”. Y nada más lejos de la realidad.




Benzema posee unas características impresionantes para jugar al fútbol. Tiene potencia, movilidad, remate de cabeza, regate, definición y buen disparo con las dos piernas. Se trata de un delantero moderno, que puede actuar como referencia y también caer a bandas volviendo locos a los centrales, que nunca saben por dónde puede aparecer y matar. Además, Benzema tiene algo que hay que valorar como es debido. Una gran capacidad para el desmarque. Si nos fijamos, cada vez que Ronaldo, Di María u Özil agarran el balón, el único que busca ofrecerse como una opción para la jugada es Benzema. El problema, y ese ha sido un gran hándicap para el francés, es que únicamente Özil suele buscarle con un pase en profundo. Ronaldo y Di María son más individualistas, y eso no le ha ayudado.

Pero Benzema ha sabido rehacerse y adaptarse. Consciente de sus posibilidades, jamás se quejó por su suplencia. Acató todas y cada una de las órdenes de Mourinho y trabajó duro para llegar a convertirse en el 9 del Real Madrid. Le ha costado mucho sufrimiento. Muchos disgustos. A veces parecía que daba un paso adelante para después dar dos hacía atrás.




Pero después de sus tres dobletes y de salvar al equipo en momentos importantes como el partido ante el Sevilla en la ida de la Copa o ante el Lyon a lo largo de toda la eliminatoria en Champions, Benzema ha recuperado la confianza. Y eso es lo que le hacía falta. Marcar goles para ganar confianza y poder jugar sin presión. Lo demás viene sólo, ya que sus condiciones para triunfar en este deporte son magníficas. Benzema tiene varios defectos, pero también cuenta con grandes virtudes que le hacen muy grande. De primeras, Adebayor ya es el delantero suplente. Y puede que incluso a Higuaín le cueste quitarle el puesto cuando se recupere...

sábado, 12 de marzo de 2011

Shakhtar Donetsk, la esperanza de Europa del Este

Aún recuerdo la final de la Copa de la UEFA - antes Copa de Ferias y ahora Europa League, próximamente vaya usted a saber - del 20 de mayo de 2009. Vi ese partido sólo, que es como mejor se ve el fútbol, y pasé un buen rato contemplando como el Shakhtar Donetsk acababa con las aspiraciones europeas de un muy buen Werder Bremen.

El gran Mircea Lucescu llevaba por entonces cinco años dirigiendo al conjunto ucranio. Contaba con un proyecto sólido basado en una mezcla de jugadores nacionales y brasileños con el que consiguió hacerse con tres títulos de liga, en 2005, 2006 y 2008, superando a su gran rival, el Dínamo de Kev. En aquella final de 2009 el Werder Bremen no era un contrincante sencillo. El equipo que aún hoy regenta Thomas Schaaf contaba en sus filas con jugadores como Tziolis, Pizarro, Naldo o Rosenberg, además de un tal Özil que lideraba a los alemanes en sustitución del lesionado Diego, que acababa de firmar con la Juventus.






El Shakhtar Donetsk ganó merecidamente aquel día, aunque para ello le hizo falta llegar hasta la prórroga en un emocionantísimo partido. Años antes el Zenit de San Petersburgo y el CSKA de Moscú ya se habían hecho con el título, dejando entrever la fuerza con la que los países del Este llegaban a este tipo de competiciones, con permiso de un Sevilla que por aquel entonces no sólo era un grande sino que además lo demostraba.

Todo este popurrí de pensamientos me viene a la memoria al contemplar la solvencia con la que el equipo de Lucescu ha conseguido clasificarse para los cuartos de final de la Champions League. El Shakhtar Donetsk humilló a la Roma e hizo ganar mucho dinero a más de un apostante por internet. Pocos expertos en fútbol internacional daban a los ucranios como favoritos (Axel Torres fue de los pocos que acertó de lleno), sin embargo el Shakhtar se lo creyó y empujó de lleno a la Roma hacía la crisis.





Y es que el actual equipo de Lucescu cuenta incluso con mejores jugadores que hace dos años. Pyatov continúa en la portería, consolidándose como una opción seria para la selección ucrania, mientras que la línea de cuatro defensas es de lo mejor del equipo. Srna y Rat continúan en los laterales, aportando calidad y oficio. El croata ha demostrado que es uno de los mejores laterales derechos de Europa, posición desde la que lidera a su equipo, algo difícil de ver en este deporte. Rakytskyy y Chygrynskiy completan la zaga. Se trata de una pareja de centrales con un futuro espectacular, a pesar del mal episodio que vivió el ex barcelonista en la ciudad condal.

En el centro del campo y la delantera los brasileños comienzan a aparecer. Del equipo que disputo aquella final de la UEFA, Lucescu ha perdido a Ilsinho, que volvió al Brasileirao. Este jugador aportaba trabajo por la banda derecha y también creaba mucho peligro en ataque. De hecho, equipos como el Milan se fijaron en él por aquel entonces. Hoy le sustituye Douglas Costa, una joven promesa que si bien colabora menos en defensa, posee detalles de crack y es capaz de solucionar partidos a base de individualidades. Por la otra banda, William continúa como hace dos años, haciendo gala de una velocidad y un regate al alcance de muy pocos. El gol que le marcó el martes pasado a la Roma deja entrever su enorme calidad. El Barcelona ya ha intentado echar sus redes sobre los dos brasileños.





Por último, cabe destacar al checo Hübschman, el coche escoba del equipo, el que vigila la espalda de los brasileños para que puedan crear a su antojo. Además, su salida de balón es más que notable. Por delante de él se sitúan Fernandinho y Jadson, dos eternos proyectos de estrella completamente adaptados a Ucrania. Y para conseguir los goles, en la delantera se alternan Luiz Adriano y Eduardo. El primero es seguido por el Sevilla, y a pesar de ser algo irregular, posee olfato de gol y una gran definición. De Eduardo poco hay que decir, ya que lo sabemos todo de él tras su paso por el Arsenal.


Sin duda, por nombres y por juego, el Shakhtar es un equipo llamado a hacer algo grande en la Liga de Campeones. Si el sorteo le es benévolo y tiene suerte en los cruces de cuartos de final, no sorprendería en absoluto verlo en las semifinales. Se trata de un conjunto que puede crearle problemas a cualquiera, con jugadores con experiencia en competición europea y con un entrenador como Mircea Lucescu que es perro viejo en estas lides. Puede que el Shakhtar sea el equipo que coloque definitivamente a Europa del Este sobre el mapa futbolístico. Incluso Guardiola ha dicho que no lo quiere en cuartos de final. Y aunque Guardiola no siempre dice lo que piensa, puede que en esta ocasión sea completamente sincero…

lunes, 7 de marzo de 2011

El curioso caso de Wakaso Mubarak

Está claro que su historia no es tan apasionante como la de Benjamin Button. Wakaso Mubarak no nació con aspecto de anciano. Ni tampoco ha ido rejuveneciéndose con el paso de los años, como le sucede al protagonista de fenomenal largometraje creado por David Fincher y protagonizado por Brad Pitt y Cate Blanchett. Sin embargo, lo que pasó con Wakaso en el pasado mercado de invierno me impactó casi tanto como el amor imposible entre los protagonistas de El curioso caso de Benjamin Button. De ahí la analogía.


Cuando un equipo despide a un jugador a escasas seis horas del cierre del mercado de invierno, lo más normal es que ese futbolista permanezca lo que resta de temporada viendo el fútbol desde el sofá de su casa. Wakaso es la excepción. Este centrocampista ghanés se convirtió en una de las sorpresas del mercado invernal al cambiar el Elche por el Villarreal a última hora y contra todo pronóstico.

Wakaso llegó al Elche en 2008. Los ojeadores del conjunto ilicitano lo descubrieron jugando en el Ashanti Gold de Ghana y decidieron incorporarlo a la plantilla. No le costó mucho hacerse con la titularidad gracias a su importante despliegue físico. Wakaso es un centrocampista defensivo con velocidad y potencia que también puede jugar algo más adelantado o incluso escorado en banda. Además, posee una temible llegada. Sus cualidades no pasaron inadvertidas para equipos como el Sevilla, que ya el año pasado intentó hacerse con sus servicios sin éxito. De todos es sabido el amor que siente Monchi por los centrocampistas de lucha y brega como Wakaso.


Y es que si el Elche quedó a las puertas del ascenso el año pasado, fue en gran parte gracias a la aportación de Wakaso, que se convirtió en un referente dentro del vestuario y en un ídolo para la afición. Esta temporada el jugador ghanés siguió en la misma tónica, convirtiéndose en el líder del equipo. Por eso nadie se esperaba el despido “discipliario” (según palabras de José Sepulcre, presidente del Elche) de Wakaso. Sobre todo a sabiendas de que varios equipos de Primera División hubiesen pagado por su traspaso. De ahí que muchos hayan empezado a especular con la posibilidad de que el despido forme parte de una operación para traspasar el porcentaje de los derechos federativos del guineano, algo que sería económicamente beneficioso para el Elche.

El entrenador del Elche, José Bordalás, en consonancia con la directiva, ha afirmado que el jugador no estaba integrado y ha insinuado que su marcha podría ser un alivio para el vestuario y beneficiosa para el equipo. Dudo mucho que la afición ilicitana esté de acuerdo, y más aún cuando Wakaso está entrenado con la primera plantilla de un grande como el Villarreal. De hecho, hace dos jornadas debutó en la Liga BBVA con los castellonenses e incluso fue convocado para disputar la eliminatoria de Europa League contra el Nápoles. Parece que Garrido cuenta con él para el centro del campo del Villarreal, sobre todo si persisten los problemas físicos de Senna. Además, la marginación a la que Matilla está siendo sometido por el técnico del Villarreal da vía libre para que Wakaso pueda entrar de forma regular en las convocatorias.


Sería interesante saber qué opinan Bordalás y Sepulcre si el año que viene Wakaso se convierte en un fijo con el Villarreal. Será difícil justificar entonces su despido, sobre todo si el Elche no consigue el ascenso, puesto que la peregrinación de los ilicitanos por la categoría de plata dura ya demasiado. Puede que el caso de Wakaso haga rodar algunas cabezas.

martes, 1 de marzo de 2011

La muerte del nueve puro

Está claro que todo o casi todo lo antiguo tiende a desaparecer. Desde el pañito de la abuela que hay encima de la televisión para evitar que el polvo se acumule, hasta las estufas con ruedas que tan cómodas resultaban antaño. En el fútbol también pasa. Todos recordamos, en parte gracias al mítico FIFA 98 para Nintendo 64, como los entrenadores de hace quince años podían optar por colocar una defensa de cuatro en línea que aún hoy sigue vigente, o bien su alternativa, con líbero. O libre. Esa posición en la que, según dicen, tan bueno era Matthäus y que en la actualidad ningún equipo suele utilizar.


Actualmente sucede lo mismo con la posición del delantero centro. Personalmente siento simpatía a la par que admiración por el típico nueve cazagoles que se busca la vida para conseguir lo que a veces parece fácil; empujar la pelota dentro de la portería. Doy muchísimo valor a los delanteros que consiguen altas cifras de goles con regularidad, año a año. Y considero aún más transcendentes a aquellos jugadores que, en equipos modestos, logran marcar muchos goles. Para mí, que Goitom o Joseba Llorente consiguiesen 10 y 15 goles respectivamente en Primera División con el Valladolid es un éxito digno de alabar. 

Y qué decir de los delanteros que se han pasado toda su vida haciendo goles. Los nueve trotamundos que allá donde van logran romper redes. Hablo de jugadores como Yordi, Moisés, Inzaghi, Toni o Klose. Futbolistas que saben que para sobrevivir deben guiarse por su olfato de gol, cualidad que muy pocos tienen y con la que se nace.



Pero parece que en fútbol moderno no hay sitio para este perfil de futbolista. Aunque estamos hartos de escuchar la frase “los jugadores que tienen gol valen oro”, en la práctica esto no es del todo cierto. Sobre todo entre los equipos más poderosos del planeta. Basta con fijarnos en sus alineaciones. El Barcelona no cuenta con un nueve, y esa posición es ocupada por Messi, que es todo lo contrario al tipo de jugador del que estoy hablando. El Real Madrid por su parte tampoco ha contado con un delantero centro puro arriba. Benzema, Higuaín y Adebayor son futbolistas con mucha movilidad que no responden a ese perfil al cien por cien. Y si Valdano se ha pasado medio invierno buscando un punta es porque no abunda el nuevo tipo de delantero que se demanda.

En Inglaterra la cosa tampoco cambia mucho. El Manchester United juega con Rooney arriba como titular indiscutible. Los otros dos delanteros, cuya titularidad no es indiscutible ni mucho menos, son precisamente los que más condiciones como goleador poseen. De hecho Berbatov es el máximo artillero de la Premier League, y aun así suele quedarse fuera del once titular en los partidos importantes. Por su parte, el Arsenal, cuyo juego es alabado en toda Europa, tampoco cuenta con un nueve propiamente dicho y es Van Persie, un extremo reconvertido como delantero centro, el encargado de ejercer como referencia en el ataque gunner.



Este fenómeno no es tan patente en Alemania e Italia, sin embargo cada vez son más los equipos que buscan “algo más” en su nueve de referencia. Cavani, delantero del Nápoles, es el ejemplo. Esto se extiende incluso dentro de las selecciones nacionales. Holanda, Inglaterra o España no contaron con un ratón de área en la delantera durante el pasado Mundial, sino que apostaron por sistemas de juego en los que ese factor fue sustituido por otros.


No se trata de que en el fútbol moderno la figura del delantero no tenga sitio, sino de que su perfil ha cambiado. Los grandes de Europa buscan puntas con movilidad, que abandonen la posición estática del antiguo nueve puro y que aporten más cosas al equipo. Conceptos como la técnica, la velocidad, el dinamismo y la lucha no pueden faltar en la delantera de un equipo grande. Por eso, jugadores como Huntelaar difícilmente triunfarán de aquí en adelante. Puede que lleguen a ser muy útiles para equipos de la zona media-baja de la tabla. Pero dentro del fútbol directo, y sobre todo en el marco de un sistema de juego asociativo como el del Barcelona o el Arsenal, el nueve puro ha muerto.