Samba llegó en 2007 a Blackburn y allí pasó los mejores años de su carrera. Jugó más de treinta partidos por temporada, marcó una cifra de goles más que aceptable para ser central y atrajo las miradas de clubes como el Arsenal, que suspiraba por hacerse con los servicios de este poderoso y fornido zaguero de 193 centímetros de altura y 91 kilógramos de peso. Sí, Samba fue feliz durante sus casi cinco temporadas en Blackburn.
Sin embargo, y a pesar de que el Blackburn parecía haber conseguido la difícil misión de asentarse en la Premier League, llegó un momento en el que Samba necesitaba más. Sus cualidades eran maravillosas y se estaba convirtiendo en uno de los centrales más interesantes del continente. Por ello, en el mercado de invierno de la temporada 2011-2012, Samba hizo las maletas y se marchó al Anzhi de Eto´o, Zhirkov, Dzsudzsak y Bossoufa a cambio de doce millones de euros. El proyecto que se le ofrecía al congoleño era más que interesante y el club de Makhachkala pretendía jugar pronto la Liga de Campeones, uno de los sueños de Chris Samba. Casualmente (o no), esa misma temporada en la que Samba abandonó el Blackburn, el Blackburn descendió. Y casi como una premonición, ese fue el inicio del peregrinaje de Samba por el desierto de la inestabilidad.
Y es que el congoleño duró poco en Makhachkala. Los resultados del Anzhi no fueron todo lo positivos que se cabía esperar, se escapó la Liga de Campeones y Samba volvió a mudarse de equipo. Decidió volver a Inglaterra y formar parte del plan de emergencia de Harry Redknapp para salvar al QPR del descenso, que pagó por él quince kilos. Allí coincidió con Park, Fabio, Bosingwa, Granero, Hoillett o Remy, y sin embargo tal plantilla fue incapaz de conseguir la permanencia, de modo que Samba acumuló otro fracasó en su zurrón.
Con la cabeza baja, y cansado de dar tumbos, Samba volvió a fichar por el Anzhi, esta vez por once millones de euros (calculen ustedes el dinero que llevamos invertido ya en este hombre), con la intención de relanzar el macroproyecto ruso. Pero las ilusiones duraron poco y en un par de meses el millonario propietario del Anzhi se hartó de todo el mundo, destituyó al entrenador y desmanteló el equipo vendiendo a sus principales figuras, nuestro querido Samba entre ellas. Pero el central ha decidido no marcharse muy lejos, cansado como estaba de tanto viaje, y recientemente ha fichado por el Dinamo de Moscú (otros once millones de euros)
Ahora, cuatro traspasos y 49 millones de euros después, Samba tiene la oportunidad de asentarse en un conjunto que, a pesar de ir octavo en la liga rusa tras seis partidos disputados, cuenta con jugadores importantes para estar arriba (muchos de ellos procedentes del Anzhi, como Samba). Esperemos que Chris consiga asentarse allí de una vez. En cualquier caso, seguro que por las noches, cuando apague la luz y mire al techo, Samba se pregunta, maldiciendo, por qué cojones dejó el Blackburn y si valió la pena hacerlo.