sábado, 3 de diciembre de 2011

Ya no quedan fiesteros en la Liga española

Ayer, durante la retransmisión del Bayer Leverkusen-Hoffenheim, el comentarista habló de cómo el equipo visitante se había visto afectado por las muestras de indisciplina de varios de sus futbolistas. Firmino, jugador revelación esta temporada, y Obasi llegaron bastante tarde a uno de los entrenamientos del Hoffenheim, razón por la cual Stanislawski, técnico del equipo, decidió no convocarlos de cara al encuentro que ganaron los locales por dos goles a cero.

El caso es que dicho comentarista comparó las acciones llevadas a cabo por Obasi y Firmino con las faltas de comportamiento que futbolistas como Maradona o Romario cometieron en los tiempos en los que competían por ser los mejores jugadores del mundo.




Esto me hizo recordar las fiestas que se pegaba Ronaldo en el Real Madrid, en sus famosas celebraciones de cumpleaños a las que asistían más mujeres que hombres. En la memoria también nos quedará para siempre la que liaron Kluivert y Frank de Boer durante un guateque plagado de sexo y alcohol en Barcelona. De hecho, el delantero holandés era famoso por sus polémicas salidas nocturnas. 

Guti es otro jugador que ha dado lugar a muchos comentarios de este tipo. En el Real Madrid no se perdió una y en Turquía, en su ya frustrada experiencia en el Besiktas, acabó con su caro coche destrozado por un accidente de tráfico y quintuplicando la tasa de alcoholemia permitida.




Pero no sólo en el polo Barcelona-Madrid han pasado cosas de ese tipo. En Sevilla, el Betis de Lopera encabezó durante mucho tiempo la lista de desaffaires de jugadores de la Liga española. La famosa fiesta de Halloween de Benjamín forma parte del anecdotario de nuestro país. Y también me consta que eran los propios aficionados del conjunto verdiblanco los que tenían que pedirle a Emaná y a Nelson que se marcharan de la discoteca ya que al día siguiente debían entrenar a primera hora de la mañana.

Pero lo más impactante de todo esto es que Ronaldo o Romario llegaron a admitir que jugaban mejor si el día de antes del partido se habían ido de copas, o habían mantenido relaciones sexuales. Y viéndolos jugar, muchos nos planteábamos si no sería cierto aquello.




Por suerte (o por desgracia), este tipo de futbolistas parecen ser una especie en extinción en la Liga española. Ya no aterrizan megacracks en nuestro país capaces de poner en jaque a todo un equipo y conseguir que los directivos y el entrenador se lo permitan debido a su gran calidad. Parece ser que esos tiempos pasaron y que ahora el perfil de estrella es el de Messi o Cristiano Ronaldo, jugadores que anteponen la profesionalidad a cualquier otra cosa. Y salvo excepciones como Miguel en el Valencia o Romaric en el Espanyol, podemos decir que los futbolistas fiesteros han desaparecido de nuestro país. Y puede que en ocasiones echemos de menos esa indisciplina que casi siempre venía acompañada de cosas maravillosas sobre el campo. 



En fin, siempre nos quedará Balotelli.

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