lunes, 12 de marzo de 2012

El yin y el yang de Tino Costa

Llegar del Montpellier, ser apenas conocido entre una de las aficiones más exigentes del mundo y tener a un jugador como Banega por delante es una situación que invita cuanto menos a asustarse un poco. Pero Tino Costa no es ni un futbolista al uso ni una persona corriente.

El argentino aterrizó en Valencia después de un temporadón en Francia con el equipo revelación de la Ligue 1. Se dijo de él que había sido el eje del Montpellier y que su zurda era un cañón. Y así lo viene demostrando en España marcando goles increíbles desde fuera del área que además casi siempre son importantes para su equipo. También ha dejado muestras de su calidad a la hora de repartir la pelota. A pesar de no ser un distribuidor nato y de preferir casi siempre el pase largo al corto, su elegante galope sobre el césped hacía que muchos dudasen entre él o Banega para ocupar junto a Albelda el doble pivote che.




Pero el Tinito también ha dado muestras de su faceta menos agradable. El hecho de actuar siempre a la sombra de Ever no le gustaba demasiado, y a pesar de su cara de niño bueno, como buen argentino Tino Costa no sabe tragarse las malas palabras que nacen en su mente y fluyen hasta su garganta. El año pasado este problema pasó más o menos desapercibido debido a la irregular temporada que realizó Banega (otro sobre el que se podrían escribir folios y folios), lo que le dio más minutos de los esperados. Pero este año Tino vio como su compatriota apenas le dejaba entrar en el once, por lo que explotó provocando una agria disusión con Emery, su mentor en España.

Y es que el técnico vasco parece encantado con muchas de las características del argentino, pero no soporta su pasividad defensiva ni si particular forma de ser. Sus cualidades para cumplir en defensa son buenas, pero la intensidad no es una palabra que vaya con este jugador, lo que evita que Emery lo coloque normalmente como centrocampista defensivo  y que lo prefiera como creador, algo que Tino Costa tampoco es exactamente. Su principal enemigo es él mismo.




Sobre todo cuando en mitad de un partido se le va la olla y realiza una entrada tan violenta como la de ayer a Ramis, que le valió la expulsión. Ese tipo de acciones son las que evitan que Tino Costa sea fundamental en el equipo de Emery. Y eso que cuando las cosas van bien y está enchufado es capaz de echarse el equipo a la espalda desatascando el juego y buscando portería con un zurdazo. Esta temporada acumula cinco goles en Liga, cifra nada despreciable para un mediocentro.

Pero para que el argentino demuestre que es capaz de separar su yin de su yang tendrá que esperar fuera de los terrenos los dos partidos de sanción que le impondrá el comité como mínimo. Puede que para entonces se haya dado cuenta de que controlando su actitud cambiaría los pañuelos de Mestalla por aplausos y haría olvidar a Banega (lesionado de larga duración tras un incidente absurdo en una gasolinera). Con él fuera, su único rival es Parejo, jugador que hasta hace poco parecía descartado pero con el que nunca se puede decir nunca.

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