martes, 23 de octubre de 2012

Aquello de lo que no se puede hablar

Siempre defenderé que la unanimidad no puede existir al hablar de fútbol. O al menos no en el mayor número de casos. Por supuesto hay excepciones y parece obvio que todos estaremos de acuerdo al afirmar que el Barcelona juega mejor que el Palermo o que Silva posee más calidad técnica que Lolo (Osasuna). Por ejemplo. Sin embargo, la mayoría de argumentaciones que esgrimen los que saben de este deporte pueden ser rebatidas. 

Así, mientras Axel Torres jura que Modric rinde mucho mejor como mediocentro, Maldini asegura que si posición ideal es la de mediapunta. Con Raúl se vivió algo parecido en España, con una lucha encarnizada entre raulistas antiraulistas, al igual que en Inglaterra muchos periodistas critican el para ellos excesivo protagonismo de Welbeck tanto en el Manchester United como en la Selección Inglesa. En Italia reina un debate sobre qué laterales debería jugar de entre los Maggio o Abate por la derecha y Balzaretti o Criscito por la izquierda. Y también en Alemania existen grandes discusiones sobre qué tres jugadores deberían jugar por detrás del delantero en la Selección de entre los Muller, Özil, Podolski, Gotze, Reus, Kroos… 




Puede que en ningún otro aspecto de la vida las cosas puedan ser tan fácilmente blancas o negras como en el fútbol, pasando por una amplia gama de grises. En cada equipo de cada país existen debates sobre diferentes aspectos futbolísticos, grandes discusiones en las que es difícil determinar quién se equivoca y quién no. Como explica Gary Alan Fine, profesor de Sociología de la Universidad de Northwestern, “hay información más que suficiente para demostrar cualquier cosa que quieras defender”. Y esto es aún más evidente si cabe en el mundo del fútbol. 

No obstante en España existen temas que parecen inabordables. Hay aspectos sobre los que no se puede opinar ya que se da por supuesto que “todo el mundo” está de acuerdo y que por lo tanto es imposible disentir. Como con Del Bosque. El técnico salmantino lo ha ganado todo con el Real Madrid y con España, por lo que quien ose atacarle por cualquier motivo está atentando contra el combinado nacional, contra la humildad y contra todo lo que tenga que ver con el buenismo. España empató contra Francia el pasado martes pero antes de que cualquier ser humano se atreviese a resaltar los posibles errores cometidos salieron a la palestra los Iñaki Cano, Sergio Sauca o Rubén Uría a decir que ellos seguían confiando en este equipo, que es imposible no seguirles al fin del mundo y que todo aquel que se atreva a hablar mal de Del Bosque es un oportunista.




Y yo me pregunto. Si España empezase a perder partido tras partido durante años, ¿a partir de qué siglo se podría hablar mal de Del Bosque? ¿no es posible criticar algunos aspectos del planteamiento del seleccionador español sin poner en duda todo lo que ha ganado? ¿tiene derecho a vivir aquel que opina que Del Bosque es un entrenador tácticamente deficiente? 

Es cierto que vivimos en un país en el que se suele matar en seguida a aquel que tiene un fallo, pero tan malo es esto como defender durante toda la vida al que ha cosechado algún gran éxito. En España nadie puede criticar a Casillas aunque esté en baja forma, por ejemplo. “Nos ha dado mucho, ¿cómo lo puedes criticar?”, argumentan.




Y es lamentable. Porque perpetuar hasta el infinito aquello que nos hizo ser los mejores es precisamente lo que provoca que nos demos cuenta demasiado tarde de que ya no lo somos. La autocrítica es básica para mantenerse en lo más alto, un valor que escasea en este país incluso más de lo que prolifera la envidia.

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