La mayor (y quizá la única) virtud de Del Bosque es crear grupo. Es el rey haciendo piña y en el trato con sus jugadores. Además, su estilo pausado y pacífico resta presión al equipo, algo de un valor inmenso para todo un campeón del mundo. Vale.
Sin embargo, tácticamente y en la toma de decisiones, Del Bosque es un entrenador mediocre. El injustificadamente inamovible doble pivote Xabi Alonso-Busquets o la apuesta descerebrada por jugar con un falso delantero son ejemplos que desquician por su incoherencia, a pesar de los resultados. En mi opinión el fin no justifica los medios y este tipo de cosas tienen un nombre. Delboscadas. Ya en su etapa en el Real Madrid el técnico salmantino abandonó tácticamente al equipo de manera descarada, algo que se apreciaba en el Santiago Bernabéu y en Ottawa, Canadá.
Este perfil de entrenador, no obstante, funciona a las mil maravillas cuando cuentas con jugadores de primer nivel que conocen a la perfección su trabajo, como sucede en la selección o en aquel Real Madrid. Sin esa infraestructura, las delboscadas se imponen y el equipo sale perjudicado. El Besiktas lo sufrió y destituyó a Del Bosque cuando el equipo estaba eliminado en la Copa de Turquía, fuera de la antigua Copa de la UEFA y a 14 puntos del líder (el Fenerbache, por aquel entonces) en la liga turca.
Puede que hoy España avasalle a Uruguay (lo dudo mucho, Del Bosque está siendo incapaz de concienciar a sus jugadores de la importancia de los partidos amistosos). Puede que ganemos el Mundial en Brasil y que Del Bosque sea adorado por nuestros hijos y nietos. Pero yo no soy oportunista y hay cosas que no me convencen y que seguiré criticando. La última, además de no convocar a Michu (increíble) es la de apostar por Mario Suárez (a día de hoy suplente en el Atlético) por encima de Arteta, Gabi (titulares indiscutibles e indispensables en sus respectivos equipos), Javi García o Javi Martínez. Unos dirán que Del Bosque sabe lo que hace. Yo digo que delboscada.
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