El Sevilla no se parece en nada a Ed Crane, protagonista de la magnifica película El hombre que nunca estuvo allí, de los hermanos Coen. En esta última semana, Gregorio Manzano, Álvaro Negredo, Pablo Alfaro y sobre todo José María del Nido han ladrado hasta quedarse sin voz. Sin embargo, cuando les llegó la hora de morder, se dieron cuenta de que se habían quedado sin dientes. Y lo peor es que lo sabían desde hace tiempo. Antes de comenzar la batalla, sabían que era muy probable que la perdieran. Y aun así alzaron la voz.
Con esto no quiero decir que no haya que luchar, incluso cuando todo parece perdido. Claro que hay que pelear, al igual que Daoiz y Velarde combatieron contra los franceses en Madrid hasta el último suspiro. Pero lo que no se puede hacer nunca es pregonar una superioridad que no existe. Difundir que se es mejor que el rival cuando no es así. Confundir la motivación con la grosería faltando completamente el respeto al rival. Si eres peor que el otro, y lo sabes, lo que tienes que hacer es aunar todas tus fuerzas y concentrarte en pelear. Pero el Sevilla decidió, desde hace una semana, desperdiciar gran parte de sus esfuerzos calentando el partido, en vez de aislarse de esa guerra de guerrillas y centrarse en la batalla sobre el césped, que era la que realmente importaba.
Pero lo peor de todo esto es la imagen con la que se queda España de la afición sevillista. La imagen de Casillas tirado en el suelo tras recibir un botellazo y la de los recogepelotas corriendo para esconder la prueba del crimen no son propias de un equipo tan grande. Y lo peor es que todo esto se podía haber evitado. Es muy probable que si Del Nido hubiese tenido la boca cerrada, la mecha preparada para arder no hubiese prendido. Tras el partido, el presidente del Sevilla se mostró avergonzado por el incidente. Pero su actitud se parece a la de un tipo que le propina un navajazo a otro para llevarlo después al hospital y decirle que no le va a faltar de nada. Él sabe lo que ha hecho. Él sabía lo que podía pasar. Pero antepuso su charlatanería a todo lo demás. Y Sevilla no merece que España entera la vea de esa forma.
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Presumiblemente, si el Real Madrid llega a la final de la Copa del Rey, y si la juega contra el Barcelona, una parte importante del sevillismo odiará a los merengues y apoyará al conjunto de Guardiola. Y muchos dirán que este Real Madrid no ganará nunca a este Barcelona. Es posible. Pero lo que también es verdad es que este Sevilla no ganará nunca a este Real Madrid. Y de esto último parece que aún no se han dado cuenta muchos. Y es que lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.