Mi compañero de piso, con el que tengo arduos debates futbolísticos, sabe perfectamente la de veces que he destacado a Gabi. Siempre me pareció un jugador vital para un equipo como el Zaragoza y de hecho he apostado por él en todos los comunios en los que he jugado, puesto que se trata de una máquina de hacer puntos. Gabi ha sostenido al equipo defensivamente cuando éste más lo necesitaba, y también ha aportado grandes cosas al ataque maño, logrando un equilibrio difícil de conseguir y convirtiéndose en pieza clave para la ejecución de la transición defensa-ataque.
Gabi es uno de los centrocampistas que escasean en España, país en el que estamos acostumbrados a ver únicamente dos perfiles de futbolistas para el doble pivote. El primero de ellos, el mediocampista puramente defensivo y destructor, que da la bola rápido para que otro la juegue. Y es ahí donde entra el segundo perfil de jugador, aquel que es capaz de distribuir el balón con sentido, apostando por un futbol más asociativo y olvidándose hasta cierto punto de las labores defensivas. Gabi es una combinación de ambos perfiles, a lo que hay que añadir además su capacidad goleadora.
Y es que la llegada que tiene Gabi es una de sus principales características. Cuando agarra el balón y da el pase no duda en continuar la jugada, razón por la cual su cifra goleadora es considerablemente más alta que la de cualquier otro centrocampista perteneciente a un equipo de la parte media-baja de la tabla. Pero además de llegada, también posee un preciso y potente disparo, tal y como puede corroborar Munúa. De hecho, a balón parado es un especialista, tanto lanzando córners como colgando balones al área desde tres cuarto de campo. Si el gol de falta que marcó el sábado lo hubiese transformado Messi, aún estaríamos hablando de él.
No fue casualidad que Gabi jugase durante dos temporadas en un club como el Atlético de Madrid, en el que las exigencias son altas. Por eso, el centrocampista madrileño sabe manejar a la perfección la presión ambiental. Es un jugador al que nunca le supera la situación y sus compañeros los saben. Se trata del perfecto ejemplo de capitán al que el resto de jugadores tratan con respeto y admiración. Nunca se rinde, y eso en un mundo como el de hoy en día ya es mucho.
Probablemente, por sus características, Gabi debería haber probado ya suerte en Inglaterra, donde sin ninguna duda sería titular en al menos diez equipos de la Premier. Además, en el fútbol británico abundan los jugadores con sus características. De hecho, discutiendo sobre la valía de Gabi con mi celebérrimo compañero de piso, un día llegué a decir que Gabi era el Lampard del Zaragoza. Y puede que no exagerara tanto… De nuevo, el contexto determina la situación del futbolista. Si Gabi tuviese 22 años y debutase con un equipo grande sin arrugarse, ¿quién sabe hasta dónde podría llegar? De primeras, yo a día de hoy me lo llevaría a la selección…
Probablemente, por sus características, Gabi debería haber probado ya suerte en Inglaterra, donde sin ninguna duda sería titular en al menos diez equipos de la Premier. Además, en el fútbol británico abundan los jugadores con sus características. De hecho, discutiendo sobre la valía de Gabi con mi celebérrimo compañero de piso, un día llegué a decir que Gabi era el Lampard del Zaragoza. Y puede que no exagerara tanto… De nuevo, el contexto determina la situación del futbolista. Si Gabi tuviese 22 años y debutase con un equipo grande sin arrugarse, ¿quién sabe hasta dónde podría llegar? De primeras, yo a día de hoy me lo llevaría a la selección…