viernes, 7 de octubre de 2011

La diferencia entre Inglaterra y Namibia

Cuando creé este blog no tenía ninguna intención de seguir con él más allá de tres meses. Inicié este proyecto con la finalidad de aprobar la asignatura en la que me exigían su elaboración. Sin embargo, cuando finalicé esa asignatura (con mala nota, por cierto), sentí por dentro el deseo de continuar escribiendo, con la intención y la ilusión de llegar al mayor número de personas posible.

Y ese sigue siendo mi deseo, a pesar del paréntesis que hice durante un verano que ha sido cuanto menos convulso debido a los estudios y al trabajo.

Pero ayer, al levantarme, leí las palabras de Carragher, en las que literalmente se avergüenza de que Inglaterra cuente con un seleccionador nacional extranjero. Se trata de un tema que muchas veces me he planteado, y al escuchar hablar al defensa del Liverpool de forma acorde a mi manera de pensar, sentí el empujón definitivo para volver a acogerme a este pequeño espacio virtual y reflejar así mis pensamientos futbolísticos. Además, si Axel Torres, Maldini o Segurola escriben cuando les sale de las pelotas, ¿por qué no iba a hacerlo yo?



El caso es que Carragher tiene toda la razón del mundo. Más allá de que esté frustrado con Capello porque no lo incluye en las convocatorias de la selección (algo más que comprensible debido al declive que sufre su carrera), Carragher ha mostrado el sentir de mucha gente. Da igual que nunca rajase de Eriksson (curiosamente el sueco sí lo convocaba), el de Liverpool ha abierto un debate muy a tener en cuenta.

Es entendible que Namibia, por ejemplo, cuente con un seleccionador extranjero. Se trata de un país que necesita que su fútbol crezca para poder competir, y para ello debe contar con expertos en este deporte. Por eso, si un entrenador de prestigio toma el mando de ese equipo, las posibilidades de triunfo a largo plazo incrementarán. Existen muchos países que han empezado a contar pequeñas alegrías en diversos torneos gracias a la labor realizada por un seleccionador procedente de otro país. Hay incluso técnicos como Milutinovic o Hiddink que se han especializado en dirigir combinados nacionales de bajo nivel con la intención de darles y darse prestigio internacional. Y lo consiguieron.


Sin embargo, no es menos cierto que la contratación de un seleccionador de otro país para entrenar a un combinado nacional potente, con historia y con jugadores de renombre, debe ser concebida como un error. Y es que si una nación cuenta con tradición futbolística y con una competición doméstica más o menos competitiva, debe contar automáticamente con técnicos que conocen los entresijos de este deporte y que pueden hacerse cargo del combinado nacional.

Es cierto que, como en todo, existen épocas de mayor proliferación de buenos técnicos autóctonos que otras. Cuando Inglaterra decidió acudir a Eriksson pasaba por una de sus mayores crisis en cuanto a lo que entrenadores de renombre se refiere. El fracaso de McLaren al frente de los pross vino a respaldar esta teoría. Pero no debe ser excusa. En un país de alto nivel futbolístico siempre existen entrenadores capaces de asumir riesgos de gran calado.


En la actualidad, Roy Hodgson
, Harry Redknapp, Steve Bruce o Ian Holloway son algunos de los entrenadores que podrían superar, sin lugar a dudas, la gestión de Capello al frente de la selección inglesa. Falta confiar en ellos. Y falta atreverse a asumir responsabilidades. El perro viejo Carraguer sabe lo que dice. Y aparte de otros intereses, tiene razón.

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