miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los vestigios del Albacete

Son pocas las alegrías que el fútbol nos ha dado a los castellano manchegos desde que el balón comenzó a rodar por primera vez en nuestro país cerca de Huelva a finales del siglo XIX. Equipos como el Manchego, el Tomelloso, el Puertollano o el Conquense han intentado en los últimos años levantar el orgullo balompédico local, sin embargo únicamente el Toledo, que consiguió sobrevivir en Segunda División durante gran parte de la década de los noventa, y sobre todo el Albacete, han conseguido pasear el nombre de Castilla La Mancha por los grandes estadios de Primera y Segunda División en la historia reciente de nuestro fútbol.




Es imposible no recordar a Parri, Aranda, David Sánchez o Mark González plantando cara a Real Madrid y Barcelona hace unos años. El Albacete consiguió mantenerse durante dos temporadas en Primera División e hizo soñar a sus aficionados con la posibilidad de perpetuarse en una de las competiciones futbolísticas más importantes del mundo. Sin embargo, el equipo manchego no logró mantenerse mucho tiempo y en la temporada 2005-2006 se vio obligado a iniciar una nueva andadura en la categoría de plata.



Desde entonces, los altibajos del equipo han sido palpables y ni el juego ni los resultados han sido los esperados. A pesar de los esfuerzos que ha venido haciendo la directiva en los últimos años, al contratar a jugadores de renombre como Salva Ballesta, Stuani o Bizera, el Albacete ha sufrido cada año por mantener la categoría. Todo ello, unido a los continuos cambios de entrenador, ha hecho muy difícil que la estabilidad llegue al Carlos Belmonte.

Esta temporada las cosas parece que no van a ser muy distintas. David Vidal se marchó por la puerta de atrás después de salvar del descenso al equipo la temporada pasada, ya que la directiva manchega fue incapaz de llegar a un acuerdo para la renovación del contrato del técnico gallego. De este modo, llegó Antonio Calderón al banquillo para gestionar una plantilla debilitada tras la desbandada de jugadores importantes como Alberto Aguilar, Callejón, Stuani o Fernando Sales. Los refuerzos que han llegado han sido insuficientes y el equipo afronta los partidos con una desconfianza que se nota en el paupérrimo juego que viene desplegando, sobre todo fuera de casa.




Solo las genialidades del preocupantemente irregular Pipino Cuevas, la creatividad del inexplicablemente suplente Nuñez, o el arrojo y la garra de jugadores como Kike Tortosa o Verza, aparecen como argumentos a favor de un grupo de futbolistas que ha sido abandonado por la afición. Y es que en los últimos partidos disputados en casa, las gradas del Carlos Belmonte han presentado un aspecto desolador, con apenas 2.000 aficionados, una de las cifras más bajas de la categoría.




Todos esperamos que el Alba vuelva a ser el que era, y que la ciudad apoye de una vez por todas a una directiva que quiere pero no puede y a un equipo al que únicamente le hace falta coherencia y un par de piezas clave en su columna vertebral para lograr alejarse del descenso y volver a mirar hacia arriba.

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