No seré yo el que se abstenga de escribir sobre las virtudes de un futbolista sólo porque éste sea nombrado una y otra vez en los medios de comunicación. España sub-19 ha superado a la República Checa en la prórroga para hacerse con el campeonato de Europa haciendo gala de un juego muy superior al de los rivales. El conjunto ha sido lo importante, y aun así siempre recordaré esta competición como la consagración de Deulofeu.
Este extremo derecho es un jugador de banda a la antigua usanza. De los que se marchan por fuera y no por dentro. De los que reciben en tres cuartos de campo y llegan hasta la línea de fondo superando por velocidad al lateral. En definitiva, es un jugador de los que viven pegados a la línea de cal y que aún así entran más en juego que muchos de sus compañeros. Es el típico futbolista que, cuando no recibe balones, obliga a su entrenador a que salga del banquillo pegando voces a los centrocampistas para que le pasen la maldita pelota.
Deulofeu tiene todas estas características. Pero también tiene algo más. El canterano del Barcelona posee un regate del que muy pocos jugadores en la historia del fútbol moderno han podido hacer gala. Este regate no es excesivamente estético ni pomposo, sino que es algo muy sencillo, pero altamente eficaz. Consiste en que cuando Deulofeu encara al lateral izquierdo, se envía a sí mismo una pelota larga hacia adelante a la que sólo él es capaz de llegar él gracias a su impresionante arrancada, usando el cuerpo a las mil maravillas para marcharse del defensor con habilidad. Aunque el lateral sepa que Deulofeu va a hacer siempre lo mismo, casi nunca es capaz de pararlo.
Ante esta jugada, el defensa tiene pocas opciones. O intenta correr más que Deulofeu para alcanzar la pelota, cosa harto imposible, o bien optar por hacerle falta. Y es que no hay otra opción. Este regate, en el área, sólo puede acabar con un centro muy peligroso o con un penalti. Como digo, a pocos futbolistas les he visto hacer esto con tanta eficacia. Puede que el Joaquín del Mundial de Japón y Corea de 2002 fuese capaz de ello. Y por supuesto, el gran Henry de aquel Arsenal invencible en la Premier de hace unos años. Sin embargo, cuando ambos perdieron esa chispa de velocidad que hace falta para llevar a cabo este regate, dejaron de usarlo. Y es una pena, pues creo que se trata del recurso más eficaz para marcharse del defensa, siempre por fuera, eso sí.
Aun así, Deulofeu tiene algunas carencias por pulir. Sus centros casi nunca son medidos, apenas usa la pierna izquierda y pocas veces se marcha por dentro. Es demasiado diestro, algo que debería arreglar para sorprender aún más a los laterales y llegar a ser un extremo de otro mundo. Por ahora, ha liderado a una gran España sub-19 junto a otros magníficos jugadores como Pardo (un proyecto muy serio para ser el nuevo Xavi), Alcácer (un tío que todo lo que toca acaba en gol), Sarabia, Campaña o Morata.
¿Y quién sabe? Quizá si Delofeu perfecciona “su regate” podríamos hablar pronto de la Deulofinha. O de la Deulofeuinha. O puede que algo tan grande no tenga ni por qué tener nombre así.
¿Y quién sabe? Quizá si Delofeu perfecciona “su regate” podríamos hablar pronto de la Deulofinha. O de la Deulofeuinha. O puede que algo tan grande no tenga ni por qué tener nombre así.
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