jueves, 28 de julio de 2011

Los once campeones de América

Uruguay se ha hecho con la Copa América 16 años después, colocándose como la quinta selección más importante del planeta según el ranking de la FIFA. Este diminuto país de apenas 3,5 millones de habitantes ha proyectado en su selección de fútbol una serie de características que ya representan a la nación entera. La garra, la lucha, la constancia o la perseverancia son valores que la Celeste ha logrado atribuirse como propios.

Y todo ello gracias al enorme trabajo de Tabárez, que durante la competición más antigua del mundo consiguió encontrar al once que sería campeón. El equipo fue evolucionando a lo largo del torneo hasta dar con la alineación ideal. Sin embargo, este homenaje a la campeona de América no sería fiel a la realidad si obviase a futbolistas como Cavani, Eguren, Abreu o al Cebolla Rodríguez, vitales para la consecución del título. Aun así, estos son los once hombres que devolvieron la gloria a Uruguay:



Muslera: Es el típico portero sudamericano que alterna paradas antológicas con errores garrafales. Sin embargo, a lo largo de la competición se ha mostrado muy seguro y su actuación ante Argentina pasará a la historia.

Maximiliano Pereira: Un lateral con aplomo en defensa y con inteligencia a la hora de subir la banda. Escoge a la perfección sus acciones ofensivas para dosificar esfuerzos y poder ayudar así al equipo durante los 90 minutos. Su físico es envidiable.

Lugano: Conocido por todo aficionado al fútbol, es el jefe de la defensa y el líder del equipo. Posee carisma y nunca se esconde. Todos nos preguntamos cómo rendiría este futbolista en un equipo de primer nivel, pero desde luego en la selección uruguaya siempre se ha mostrado sólido y fiable.

Coates: El gran descubrimiento de esta Copa América. Un central con una fortaleza impresionante, rapidez y salida de balón. Aparentemente lo tiene todo para triunfar en Europa y pronto los grandes equipos se pelearán por él.


Cáceres: Jugó de central por la izquierda, casi de lateral. Su rendimiento fue aceptable aunque en multitud de jugadas defensivas pierde la cabeza. No tiene ninguna elegancia a la hora de evitar la progresión de un rival y eso le impide actuar con eficacia en muchas ocasiones. A pesar de ello, dotó de fuerza y velocidad al equipo en momentos clave.

Álvaro Pereira: El Palito se recorrió la banda izquierda de cabo a rabo durante todo el torneo. Carece de fortaleza física y de calidad técnica, pero posee velocidad, seriedad e inteligencia con el balón en los pies.

Arévalo Ríos: Uno de los hombres más importante de este equipo. Barre como nadie el centro del campo, aparece en todos lados y reparte la bola con bastante criterio. Tiene una habilidad especial para tener una jugada planeada en su cabeza antes de quitarle la pelota al rival, de modo que cuando roba el esférico casi siempre inicia un jugada que lleva peligro. No se entiende por qué no juega en Europa.


Diego Pérez: Es un mediocentro defensivo con oficio y experiencia. Es muy difícil marcharse de él en el uno contra uno debido a su fortaleza y velocidad. Además, cuando se incorpora al ataque lo hace con peligro. Sin embargo, tiene un problema; cuando le muestran una tarjeta amarilla juega del mismo modo que cuando no la tiene. Y eso es peligroso.

Álvaro González: El enlace entre el centro del campo y la delantera. Un hombre vital para el buen funcionamiento del engranaje uruguayo. Se sacrifica cuando no tiene la bola y actúa con inteligencia cuando su equipo ataca.

Diego Forlán: Demostró que, como casi todos los cracks, puede jugar de diez cuando el equipo así lo requiere. Su posición sobre el campo, más retrasada de lo normal, fue básica para que el juego de Uruguay comenzase a carburar. Antes de la final solo le faltaba el gol. Pero eso era antes de la final.

Luis Suárez: El mejor del equipo sin ningún tipo de duda. Va camino de ser uno de los mejores jugadores del planeta, y es que cuando agarra el balón da la sensación de que puede pasar cualquier cosa. Tanto pegado a la banda como dentro del área, es letal. Un futbolista que gana partidos. Lo tiene todo para triunfar.

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