Primero fueron Marouane Chamakh y Yoann Gourcuff. Un año después de tocar el cielo ganando la Ligue 1 con el Girondins, el marroquí se marchó al Arsenal y el galo hizo lo propio firmando por el Lyon. Curiosamente, a ninguno de los dos le fue bien, y mientras Chamakh lucha por sobrevivir a la Premier League en las filas del Cristal Palace, Gourcuff desespera a toda Francia con su irregularidad.
Tampoco acertaron Geraldo Wendel y a Fernando Menegazzo dejando el equipo la temporada siguiente (2011-2012). Ambos futbolistas, que fueron piezas importantes para Blanc en aquella Ligue 1 de 2008-2009, pusieron rumbo a Arabia Saudí, país en el que se acomodaron futbolística y económicamente alejándose de la élite. Esa misma temporada, Alou Diarra, que lo jugó todo con Blanc en el Girondins siendo pieza básica en el centro del campo, se marchaba al Marsella, y aunque allí no desentonó, su posterior fichaje por el West Ham acabó en fracaso absoluto. El galo fue incapaz de hacerse con un hueco en la Premier a pesar de sus magníficas condiciones, desperdiciando así sus años de madurez futbolística y perdiendo su plaza en la selección bleu.
Ya la temporada pasada, Michaël Ciani y Yoan Gouffran se marcharon rumbo a la Lazio y al Newcastle respectivamente, alternando buenas actuaciones con ciertas dudas. Y aunque a priori ambos siguen contando para Dejan Petkovic y Alan Pardew respectivamente, los dos confirman que hasta ahora ninguno de los jugadores importantes de aquel Girondins campeón de Ligue 1 consiguió triunfar tras dejar el equipo.
Aun así, las salidas continuaron. La marcha de Benoit Tremoulinas a principio de este verano me dejó definitivamente tocado. El Dinamo de Kiev pagó una cantidad considerable por él, de modo que el mejor lateral izquierdo del mundo en 2009 según Axel Torres y uno de los jugadores más queridos de la afición, abandonó el equipo, dejando huérfana para siempre la banda izquierda girondina.
Por último le ha tocado a Plasil, el último gran jugador de aquel gran equipo. Plasil, sin embargo, no logró la Ligue 1, puesto que llegó la temporada siguiente procedente de Osasuna (a cambio de tres millones de euros, nunca lo olvidaré). Aun así, pronto se entendió con Gourcuff, Chamakh, Gouffran y Wendel, encajando en la dinámica de Blanc a la perfección. Tras la progresiva marcha de estas figuras, el checo siguió liderando al equipo año a año, consiguiendo que, a pesar de las importantes salidas, el Girondins diese la cara cada temporada, reinventándose y asumiendo su nuevo papel en Francia.
Ahora, en en el Catania, quizá Plasil cambie la maldición y se convierta en el primer jugador importante en años que triunfa tras dejar el Girondins. Por suerte, se trata de una cesión sin opción de compra, por lo que puede que esto no sea un adiós, sino un hasta luego, y que Plasil, con 32 años y tras jugar en las tres ligas más grandes del continente, vuelva a Burdeos a liderar de nuevo a un conjunto que no hace tanto hizo historia.